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CUMBRES BORRASCOSAS

 

 

 

 

 

 

 

 

SIEMPRE HE SIDO Y SERÉ UN FANÁTICO DE LAURENCE OLIVIER, SU INFLUENCIA EN EL TEATRO Y EN EL

 CINE NO TIENE LIMITES...

 

CON ESTE ARTÍCULO QUIERO RENDIR MI TRIBUTO ETERNO DE ADMIRACIÓN A QUIEN ME HA HECHO

 AMAR EL SÉPTIMO ARTE, CON MAS FUERZA QUE NINGÚN OTRO ACTOR

 

 

 

Es una obra maestra del romanticismo con un trabajo excelente por parte de Wyler. El guión es adaptado de una forma extraordinaria y las actuaciones de Oberon y Olivier son de la más alta calidad vista en película alguna. Las puestas en escena son geniales, acompañadas de tenebrosos paisajes, pero al mismo tiempo esto hace del film algo aún más apasionante. La película crea una atmósfera que nos van invadiendo a los largo de la película, el espectador nota estar en una nube de amor y odio, de rencor, injusticia, venganza y sobre todo de un amor imposible. El principio sientes que vas a ver una película que nunca olvidaras y al final te hará creer en el amor más allá de todas las barreras. La interpretación de LAURENCE OLIVER es sublime mostrando el lado más duro, pero a la vez el lado más tierno del corazón humano, MERLE OBERON, con una actuación sublime.... Vemos la avaricia del poder, dinero y ambición pero nos enseña la carga del amor. Es una de las mayores historia de amor de todos los tiempo. El maestro WILLIAM WYLER nos regala unas dirección perfecta, música celestial y una obra maestra para disfrutar la una y otra vez  Siempre tuve la impresión que se trataba de una buena historia. Un clásico de la literatura llevado al cine... He visto la versión de Juliette Binoche, más acartonada, aunque me pareció también buena.

 

 

 

 

Un David Niven muy joven y una historia donde el protagonista seguro se ha llevado más de un premio. También la actuación del empleado-dueño, es excelente. Una historia romántica de las mejores de todos los tiempos, llevada al cine en un sin número de historias parecidas, y que en la vida real también se repite más de una vez. Es una adaptación del clásico publicado por Emily Brönte en 1849, año de su muerte, de tisis, con apenas treinta años, esta es, a pesar del tiempo transcurrido, en mi opinión, la mejor versión de la novela. Recrea con mayor acierto la intensidad de un amor puro e imposible de trágicas consecuencias, capaz de alterar el curso de la vida y traspasar las fronteras del más allá. A su lado palidecen las diversas versiones de la novela, aunque recojan la totalidad de la historia escrita por la mediana de las hermanas Brönte, incluso también la exquisita rareza llevada al cine por Luís Buñuel...“Abismos de pasión”.

 

 

Wyler ha pasado a la historia junto con George Stevens y Fred Zineman, como los maestros del academicismo cinematográfico, que consiguió una aureola de prestigio por tratarse más de un realizador de guión que de un realizador de puesta en escena, razones no faltaron a sus detractores: Wyler era famoso por su colección de Oscars y nominaciones, y ya se sabe que la industria premia a quien mejor defiende sus intereses. La perspectiva que da la historia nos dice que Wyler merece estar entre los grandes por su dilatada carrera que incluye desde westerns maravillosos, melodramas fabulosos y dramas arrebatadores como esta “Cumbres borrascosas”. Samuel Goldwyn produce este drama romántico escogiendo a un equipo grandioso, desde la fascinante fotografía de Gregg Tolan hasta el estupendo guión de Ben Hecht y Charles McArthur, un casting eminentemente británico, acorde a la novela y su circunstancia. Laurence Olivier con su físico tosco y enjuto, recrea perfectamente al sucio mozo de cuadra Heathcliff, un hombre orgulloso y cargado de odio del que no puede librarse, Cathy es encarnada por una hermosa Merle Oberon caprichosa y delicada, amante del lujo y los placeres mundanos, David Niven encarna a Edgard un petulante y hedonista señorito de clase alta que a pesar de casarse con Cathy, nunca tendrá su amor. “Aunque tu marido te amase toda la eternidad, no llegaría a amarte como yo e un solo día.”- dijo Heathcliff.- En los páramos de Yorksire resuenan voces de almas apasionadas que buscan la felicidad eterna, azotados por la ventisca se vislumbran dos sombras en el horizonte. La gran mansión que fue en una época lejana permanece lúgubre y triste, una vez más, el rencor, la venganza y el orgullo como sentimientos de la condición humana han vuelto a imponerse.

 

 

 

 

Una conmovedora adaptación de la novela, aunque sólo abarque la mitad del libro, con una dirección sensible y unas excelentes interpretaciones en una historia de amor fuera de lo corriente en tiempos pre-Victorianos. Una película, por cierto, con una larga historia detrás de la cámara, con un director virtuoso, perfeccionista y algo cabezota, Wyler; un productor que estaba hasta en la sopa y que quería innumerables cambios y el control absoluto de la producción; Mi actor británico, niño bonito de los escenarios que no se recataba en mostrar su desprecio hacia un medio que aún no dominaba, Laurence Olivier; y una actriz puesta por el productor, Merle Oberon, que sufría las imposiciones, el perfeccionismo del director que se hartaba de hacerle repetir escenas. De todo este anecdotario, de sucesos y decisiones queda como fruto final esta maravillosa versión de “Cumbres borrascosas”. La dirección virtuosa de Wyler con sus composiciones, emplazamientos y movimientos de cámara se conjuga con la interesante fotografía de Gregg Toland (galardonada con el Oscar, el único que se llevó la producción de entre sus numerosas nominaciones en un año mítico para la industria norteamericana) para otorgar a este filme una densidad estética significativa. La labor de Toland y Wyler se complementa con la magnífica dirección artística de James Basevi quien combina unos decorados magníficos con exteriores que si bien parecen pobres dotan al filme de una atmósfera decadente, metáfora de la soledad interior con la que viven los personajes. De nuevo Wyler consigue plantear un melodrama que sigue la corriente de las adaptaciones literarias de la época y al que confiere un envoltorio visual espléndido a través de su demostrada habilidad en posicionar y mover la cámara, además de su extraordinaria capacidad técnica. Una emocionante película que uno no debe perderse...Y que comienza la película con un sobresalto en el que ficción y realidad se dan la mano para que el largometraje pueda ser fiel a la novela de E. Brontë....Tierna, dolorosa, romántica y dramática, esgrime sus armas para fundirse en las escenas muy serias de una historia intensa porque sólo así puede componer la gavilla de la ignominia y la contradicción. No usarás el nombre de W. Wyler en vano. y aún hoy posee crédito y su mención es aval de garantía, pero en 1939 la historia del cine todavía se estaba comenzando a escribir.

 

 

 

Si detienes la imagen te estremecerá el fotograma perfecto, en que la lluvia azota de costado y el dolor oprime el corazón. Es una historia de traje de terciopelo para él y zapatos con hebillas de plata para ella pero, es de mozos de cuadra  De "Cumbres borrascosas", se han realizado varias adaptaciones al cine, y ésta de Wyler, si no es la más fiel al libro, posee la belleza de un drama romántico que plasma una historia de amor imperecedera, con sabor gran clásico de Hollywood. La historia está ambientada en los solitarios páramos de Yorkshire, dominados por un clima a menudo violento e inclemente. La atmósfera de la trama guarda un paralelismo con el clima meteorológico, pues recrea una historia de amor profundo como la roca viva, un amor frustrado que provocará un gran dolor y derivará en odio y deseos de venganza..Catherine Earnshaw es una joven que se ha criado en el seno de una solitaria familia. Sólo tiene como vecinos lejanos a los Linton, una familia muy acomodada. Los Earnshaw acogen a un niño mendigo de origen desconocido, al que llaman Heathcliff. Catherine y Heathcliff se convierten en inseparables y, con el tiempo, Heathcliff desarrolla un reverente y apasionado amor hacia Catherine. Ella posee un espíritu caprichoso y, por razones prácticas y consideraciones de estatus social, rechaza a Heathcliff y acepta al joven Edgar Linton, el cual también está enamorado de ella. Heathclif, despechado y traicionado, se marchará para regresar mucho después, preparado para perpetrar su cruel venganza. Una trama repleta de dualidad amor-odio, en la que el desesperado y loco amor de Heathcliff choca contra el espíritu perpetuamente egocéntrico de Catherine, causando el gran conflicto que conduce a los protagonistas hacia la infelicidad y el dolor. La versión de William Wyler, es una excelente película se mire por donde se mire. Es lujosa, melodramática, sabe a Hollywood clásico (es del mismo año que Lo que el viento se llevó..), tiene excelentes actores y sobre todo una ambientación que sabe a los páramos, a Thrushcross Grange y Wuthering Heights, tal cual los imaginó la pluma de las hermanas Brönte....Buenísima película.

 

 

La vida y la muerte se dan la mano y confunden en "Cumbres borrascosas", como lo hacen las almas de Heathcliff y Cathy. Ellos viven con la fuerza que les da la pasión, y mueren juntos con el dolor que les causa la separación. En la casa en la que jugaron de niños o en el castillo imaginario de Penistone Crag son dos amantes que se necesitan, pero que parecen condenados por la fatalidad a sufrir sin término, incluso cuando sus espíritus han pasado a la otra vida. Una de las mejores adaptaciones de la novela es la que realiza Wyler en 1939... El blanco y negro fuertemente contrastado de Gregg Toland imprimía dramatismo a la historia y reflejaba los claroscuros de dos almas que se movían entre el amor y el odio, mientras que la partitura de Alfred Newman da intensidad a unos sentimientos salvajes y desgarrados que se levantaban sobre el páramo inglés. En "Cumbres borrascosas" sopla el viento continuamente. Unas veces trae luminosidad y calidez a la pareja, y otras es viento del norte que hiela los corazones. En cualquier caso, es arrebatador y nubla las conciencias, que altera la estabilidad social y envenena la sangre. El odio llega a ser tal que un Heathcliff  humillado en la infancia por Hindley jura devolverle la pedrada y lo hace donde más duele... en su vicio y en su cobardía, el mismo mozo de cuadra se venga de su amor perdido robándole la casa y a su propia cuñada, para terminar maldiciendo ante su cadáver y jurando no descansar en paz hasta que ella venga a buscarle. Ciertamente no es un odio por malicia sino amor, un rencor largamente guardado y premeditadamente desplegado en el tiempo. En el rostro de Heathcliff -magnífico un Laurence Olivier de ceño fruncido y mirada penetrante- se adivina la infamia sufrida y la necesidad de traer un mundo nuevo para una joven caprichosa, tan voluble en sus sentimientos como compleja en sus intenciones. Cathy se mueve entre el castillo de cuento de hadas y la granja de fiestas y vals, y pasa de comportarse como una pequeña salvaje a hacerlo como una dama refinada. Su comportamiento está a expensas de cierto determinismo geográfico, y eso porque en ella mandan los sentimientos y estos dependen de qué viento sople... De alguna manera, es una nueva Escarlata O'Hara, con su Tara y su juramento, con su corazón inestable y su narcisismo, con su cama de dosel y su espejo vanidoso, con su cuñada inocente y su mansión venida a menos. Pero en "Cumbres borrascosas" todo es mucho más romántico y fatalista, más trágico y pasional, porque la venganza aquí nace de lo más profundo e interior... y grita con desesperación por salvar el propio alma, que es a la vez la de Heathcliff y Cathy.

 

 

Todo es tormentoso y en cierta medida también diabólico, la lluvia parecen arrasarlo todo y no dejar más que un par de almas desgarradas y una rama de brezo como recuerdo de un tiempo de felicidad. Los celos y el rencor son aquí destructivos como pocas veces se ha visto, y el castigo llega con la misma vida mientras la liberación es traída por la muerte. No sabemos bien si son fantasmas en pena o enamorados condenados, pero lo cierto es que en este drama asistimos a los dos amores que Cathy alimentó en su vida, el loco y pasional y el estable y hogareño... y no sabemos cuál es más auténtico y enriquecedor, porque uno le dio la vida y el otro se la quitó. Hablar una vez mas de William Wyller, es hablar del trabajo bien hecho, de la profesionalidad y meticulosidad de cada plano, de la eficacia narrativa y emotiva de toda su obra, de saber rodearse de los mejores y conducirlos a buen puerto. Luego sin duda vienen los matices y los peros, estos últimos casi siempre por imposición de los estándares de trabajo de los grandes estudios. La música de Newman y la fotografía de Toland corroboran que por encima del nombre del director hay un trabajo en equipo donde cada elemento brilla por si mismo a la vez que potencia el conjunto. Olivier, necesitaría más metraje para desarrollar el personaje, a Merle Oberon le queda un poco grande y uno no puede por menos que acordarse de la Davis en "Jezabel". Al final fue Geraldine Fitgerald quien pudo acercarse más al alma de su personaje y fue premiada con la nominación al Oscar. He participado en ocasiones en debates más o menos ocasionales sobre cine clásico. Y lo cierto es que no es tan fácil definir qué es clásico y qué no. El Cine es lo suficientemente amplio y variado, con tanto mestizaje, que resulta difícil establecer límites, etiquetas...Pero no es el caso de Cumbres borrascosas, donde el aroma a clásico es inconfundible. Es un clásico, desde que empieza hasta que acaba. Tiene todas las características estereotipadas o reinventadas para serlo. El blanco y negro, la textura de la imagen, los componentes argumentales, el amor romántico, el melodrama puro y duro, lo atmosférico participante en la propia historia, el triunfo inapelable de la condición humana con sus éxitos y miserias morales sobre lo abstracto y lo material, el estilo, la estética y los diálogos.

 

 

Supongo que será difícil encontrar a alguien que se considere aficionado al cine clásico que no conozca Cumbres borrascosas. Para el resto del público, deseo recomendar su visión y sobre todo, verla con otros ojos. Se disfrutará.... Es cine puro.... Los continuos encontronazos entre Edgar y Heathcliff acaban por destruir la salud de Catherine, que enferma y acaba muriendo la misma noche en que da a luz una niña. Poco después muere Hindley y Heathcliff toma bajo su protección al hijo de éste, Harethon y se queda con todas sus tierras. Pasan 18 años y Catherine Linton desconoce la existencia de todo lo que tenga que ver con las Cumbres. Tras una serie de visitas a su primo Linton se casan, pero la salud de éste es muy delicada y muere, dejándole todo su patrimonio a su padre, Heathcliff, que ahora es dueño de la herencia de sus dos mayores enemigos. La historia finaliza cuando el señor Lockwood vuelve tras un tiempo ausente y descubre que Heathcliff ha muerto...Así pues, los hijos de los protagonistas que tanto sufrieron por amor, se enamoran y vuelve la felicidad a Cumbres Borrascosas. Unos 100 minutos de metraje intenso, capaz de condensar en ellos lo que otros no podrían meter en tres horas. Laurence Olivier realizó su primer papel en Hollywood con un éxito atronador que le valió la nominación al oscar aquel año. La película, rodada con milimétrica precisión, asombra aún más de 70 años después, pues su capacidad para captar imágenes de relevancia pocas veces igualada en todo este tiempo.

Un clásico entre clásicos que merece estar en el saco. Lo peor de todo es que tanto amor, sentó las bases de ese cáncer que inunda las pantallas desde hace ya muchos años, cuyos protagonistas suelen llamarse Adolfo Fernando e Isabella Antonia o similares, y perfeccionó tanto a la mujer desestabilizada emocionalmente que aún hoy siguen saliendo "hijas" suyas por todo el universo cinematográfico.

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